Ovarios y testículos

Este conjunto de órganos se asocia con la capacidad de crear, nutrir y sostener la vida, ya sea en proyectos personales, relaciones o en la expresión de la sexualidad. El conflicto biológico que suele aparecer está relacionado con la necesidad de ser fértiles o fértiles en sentido creativo y con la experiencia de poder expresar autonomía y cuidado. Cuando hay presión externa para cumplir roles, miedo a la pérdida de la fertilidad, o bloqueos para iniciar algo nuevo, el cuerpo puede manifestarlo en estos órganos.

• Ovarios: conflicto de fertilidad, creatividad y maternidad. Aparece ante la presión social para ser madre, el miedo a no poder gestar o a no poder nutrir un proyecto, o bloqueos para iniciar algo nuevo.
• Testículos: conflicto de virilidad, seguridad y defensa de la identidad masculina. Se activa ante el miedo a perder fuerza, a no poder proteger o a ser juzgado por el rol masculino, o ante bloqueos para expresar poder y acción.

El mensaje simbólico señala que el cuerpo quiere equilibrio entre la creación y la protección de lo que es propio. Ovarios evocan la capacidad de gestar ideas y proyectos, y Testículos la energía de acción y defensa de la identidad. Cuando uno de estos aspectos está desequilibrado, el cuerpo comunica que es hora de revisar si se está dando permiso a lo nuevo o si se está apagando una parte de la propia identidad por miedo al juicio o a la vulnerabilidad.

• Ovarios: el cuerpo sugiere la necesidad de abrirse a la creatividad y a la fertilidad emocional sin culpa ni miedo.
• Testículos: indica la necesidad de expresar poder personal y firmeza, con responsabilidad, para proteger lo que es valioso.

Las causas psicoemocionales pueden estar en dos planos: personal y transgeneracional. En lo personal, conflictos de autoestima, miedo al fracaso, o la creencia de que no se merece lo que se desea. En lo transgeneracional, patrones heredados de culpa, vergüenza o juicios sobre la sexualidad y la maternidad/paternidad, que se repiten a través de las generaciones.

• Factores personales: exigencias familiares o sociales para ser madre, o para demostrar fortaleza; culpa por el deseo de enfocarse en proyectos propios; miedo a afrontar la vulnerabilidad.
• Factores transgeneracionales: creencias heredadas sobre el lugar de la mujer o del hombre, juicios sobre la sexualidad, o dolor no resuelto de generaciones anteriores.